domingo, 9 de noviembre de 2008

Manual de emergencia para el día de mi muerte

Si muero trágicamente: dejen que mi cuerpo se lo coman los gallinazos, o que mi sepulturero sea necrifìlico, o donen todos mis organos a enfermos y estudiantes de medicia; pero por favor, se los ruego, se los suplico, no dejen que mi nombre se escuche en el noticiero....

miércoles, 3 de septiembre de 2008

El niño cabellos de fuego

Hoy soñé con Mario. Iba subiendo la montaña asfaltada del barrio Buenos Aires de Medellín. Al menos así lo asumí entre la nebulosa y premonitoria magia de los sueños, como recordando sus historias que casi siempre tenía ese escenario empinado. No sé la razón de por qué nunca me gustó ese barrio y por una obvia razón, durante esta mañana, sentía un peligro acechando en sus calles oníricas.

Al principio confundí a Mario con su hermano. Quizás -pensé, soñé- su cabello se había agriado y ya no era ese naranja chocolate que hacía que, bajo la luz vespertina, brillara como un sol rabioso. En la sombra, se le acentuaban las mil pecas que estrellaban su cara y su cabello se oxidaba un tanto.

Cada vez me acercaba más. Al parecer subía la loma en moto, en todo caso a mejor paso. Seguía inquieto, con la duda aún sin responder. Luego, todavía de espaldas a mí, pude ver la 'v'. Sus más amigos podíamos decirle 'Vario' y escapar de sus nudillos telúricos. Era un chico de calle. De los que en tres segundos acierta cuatro golpes en el rostro. Era flaco y bajito. Y por eso los que vimos cómo molió a golpes a un infeliz no volvimos a tentar sus puños. Todos, hasta los más amigos, le tomamos una distacia prudente cuando fruncía el seño de verdad.

Era un pelado de calle, rodeado de hijos de la calle. Uno de estos le asesto el golpe que lo marcó para el resto de su vida. Con toda su fiereza en los nudillos, Mario no pudo ver al traicionero que le puso un palo de sombrero. La cicatriz, enorme, la unica parte blanca de la parte posterior de su cabeza, dibujaba una gaviota que volaba entre el atardecer crepuscular de su cabellera naranja.

'Vario' vivía en un horfanato con su hermano, en Buenos Aires, en el "hogar", como él le decía. Allí gastaba gran parte de su tiempo con el auricular en la oreja. Pasaron más de dos años sin vernos las caras pero sentía su ausencia si pasaba más de una semana sin recibir una llamada telefónica. Hoy me da verguenza admitir que a veces quería cortar esa amistad virtual. Hasta el día de hoy no nos habíamos vuelto a ver. No había mucho de qué hablar, pero cada vez que lo hacíamos podía sentir ese extraño cariño que él sentía por mí. Por Andrés también.

Creo que Andrés y yo siempre fuimos para él una especie de padrinos. El colegio -privado, costoso, con uno que otro niño malcriado-, sospecho, fue un mundo diferente, que aunque no lo rechazaba porque casi todos lo queríamos, creo, no dejaba de ser apabullante.

Lentamente fui descubriéndolo: Primero su perfil, el pelo que perdía la opacidad que creí advertir y que se encendía de nuevo. Luego por fin su rostro. Era él: !Carlos!

Sólo hasta esta línea me llega de repente su nombre completo: Carlos Mario. Se sentaba a mi lado porque compartimos el mismo apellido paterno.

-¿Juan David Montoya?
- Presente
-¿Carlos Mario Montoya?
-Presente

También ahora me da verguenza admitir mi mojigatería infinita. Cansado de que Mario dijera que había ganado séptimo por cuenta de sus miradas furtivas a la hoja de mi examen, le había dicho que lo mejor sería que en el próximo año, rompieramos esa realación. "Por su bien", me mentía. Creo que sentía un poco una falsa injusticia. Pero, también, siempre creí que Mario era muy inteligente. Tanto que, pensaba, no necesita estudiar ni tener una linda mesita con computador para pasar los exámenes. En ese entonces creí que tampoco necesitaba mirar mi hoja.

A pesar de esta situación -la cual nunca nos causó problemas-, después de que salió del colegio ya no recuerdo por qué, Carlos seguía llamándome sagradamente cada semana. Y hoy también recuerdo a Mario por otra cosa. Termino de leer un libro en el que el autor exorciza, por medio de la escritura, la figura de su padre asesinado.

Es Medellín, es Buenos Aires en una calle empinada y Mario me mira, sonrié y entrevé que dudo que sea él. Un día, sin más, dejé de recibir sus llamadas. Creo que tuvo que ser vacaciones cuando me llamo Andrés. Me dijo unas palabras cortas, tímidas, que hoy se confunden en mi memoria como si hubiera sido parte del sueño de hoy.

Años han pasado y, ni yo, ni Andrés, hemos tocado el tema abiertamente. Por muchos años hice como si nunca hubiera recibido esa llamada. Me imagine que Carlos, simplemente, se había cansado de llamar. Un día nos encontramos Andrés, el hermano de Carlos -que estaba gigante- y yo. No tocamos el tema. Yo pude quedarme en la ilusión y por unos días más pude evitar el duelo.

Solo hasta hoy, que sentí su ausencia al despertar, después de que pensé que estaba vivo, de que él mismo me decía en sueños que no era una copia de su hermano, que no había muerto -como me dijo Andrés en esa llamada que aún me niego a recordar- por una bala perdida, en manos de su hermano, en el barrio de Buenos Aires, en Medellín, mientras salía del "hogar" a comprar un par de empanadas; solo hasta hoy, repito, cuando Carlos entre sueños me dice que era él mismo, me hago a la idea de que quizás, tan solo en sueños, pueda volver a verlo mientras yo permanezca en en este mundo.

lunes, 14 de julio de 2008

Capote

"Era esto lo que Mildred Grossman y Holly Golightly tenían en común. No cambiarían jamás porque su carácter se había formado antes de hora; lo cual, de la misma manera que los enriquecimientos repentinos, produce desproporciones".


"Pero no hay que entregarles el corazon a los seres salvajes: cuanto más se lo entregas, más fuertes se hacen. Hasta que se sienten lo suficientemente fuertes como para huir al bosque. O subirse volando a un árbol. Y luego a otro árbol más alto. Y luego al cielo".

Brasil resultó bestial, pero Buenos Aires es aún mejor. No es Tiffany's, pero casi"

Desayuno en Tiffany's

viernes, 4 de julio de 2008

De instantes y palomas

Atrás estaba colgada una imagen gigantesca que clamaba el acuerdo humanitario. La plaza, como todos los días, olía a esa mezcla rara entre la bisutería, el orín, la montaña y el hielo. Y las palomas. O a caca de paloma. Caía el maiz y un aleteo alborotaba todo. Estabas de visita en la ciudad, embutida en una chaqueta negra que te hace juego con tu cabello brillante y tu piel pálida. No sé por qué no me fijé antes. Pero ese instante, en el que una paloma come de tu mano, está ahora bien guardado en mis recuerdos, como la fotografía que me hizo recordarlo.

jueves, 3 de julio de 2008

Una vaca que nada

Siempre hay tiempos difíciles y una pelea de gallos fechada en el calendario. Ambalema es un municipio del Tolima cuyo pasado lo dejo sin presente. O un presente arrozero al lado de las aguas miel del río Magdalena. Queda valle arriba, bien arriba, pero hasta allí llegaban los barcos y las mercancías. De todo ello quedó (o está ahora sin que antes hubiera estado) el arroz y el río.

En sus calles se vieron armas viejas, fusiles nuevos y cámaras de los dos tipos. En los años noventa se grabó allí una serie de televisión que dibujó el conflicto armado colombiano bajo la óptica de un grupo de estudiantes universitarios que viajaba hasta allí, hasta el fin del mundo, para desempeñar su trabajo rural. Un viejo director de apellido Triana también llevó hasta allí sus multitudes y sus madejas de cables.

Tiempo de morir se llamó el experimento cinematográfico cuyo guión, como una segunda parte de Crónica de una muerte anunciada, provino del mismísimo García Marquez. Entonces la realidad de Ambalema, que en boca de sus habitantes se reduce al arroz, y a un pasado fluvial y cinematográfico, queda más reducido a sólo eso: a un pasado brumoso y a un presente arrozero.

Pero entonces, antes de salir de ese municipio pegachento y arrochento, una vaca nos impide la salida. Hubo que cruzar el río en un planchón de esos que aparecen en las películas del Amazonas. Y ahí, en la mitad de la calle que da de bruces contra la orilla opuesta, oronda la vaca. Me gritan algo inaudible. O muy audible pero indescifrable por el acento de las gentes de macondo. Entiendo por fin que hay que hacer que se mueva. Me pillaron la cara de arriero. Estamos en Cundinamarca ahora. Al frente: el fertil Tolima.

La res parda es gigante. Tiene en el hocico una cuerda de la que halan y halan los duchos vaqueros ¡Pero no y no! La vaca no se mueve. Tiene sus patas ancladas al pavimento como si hubieran echado el cemento sobre la tierra caliente y de paso sobre la vaca.

Un, dos, tres: tiran de la cuerda y nada la vaca. Le dan en la ancas, y nada que se mueve la vaca. Ahh....vaca loca! "Que la arree" ¿Me dicen? Tomo un ramal de palma, largo para que no me vaya a dar una patada en la boca. Y un juetazito. Dos, tres. Se me hace que la estoy abanicanco. Cinco, seis. Y nada, vaca.

Me retiro. No soy toro pa esta vaca. Al fin y al cabo ni siquiera había entendido cual era mi misión. Cada cabo del cordel lo empuña un campesino diferente y no sé si la vaca se tiene que ir o apenas está llegando. Al fin prefiero distanciarme y tomarme una gaseosa. Y no tan pronto estoy fuera del rango de su patada, la vaca empieza a saltar, a patear, rápido y duro, como si su pesado cuerpo no pesara.

El juete más fuerte no logra lo que el poncho más delgado. Resultó la vaca nerviosa para la oscuridad. Y si se le tapaban los ojos saltaba como un niño en recreo hasta que el poncho volara lejos de su frente huesuda.

Ahora sí, vaca, vas pal río. Ingenuo yo que pensé que la iban a sentar comodamente sobre el planchón. Sigo con mi gaseosa y todavía no sospecho su destino. Poncho dos. Poncho tres. Y cuando la vaca, de tanto dar vueltas, gemidos y patadas, hunde sus cascos en el lecho mohoso del río, en dos vueltas ya está atada a una delgada piragua. ¿Quién dijo planchón? Na ahh.

Al agua vacas. El motorcito empieza a toser cada vez más fuerte y la vaca, colérica y engañada, a tumbar la barca. Nada y nada la vaca, como cuando nada y nada que se movía. Nada que puede alcanzar la barca. Dos vueltas a la cuerda, cuando la vaca está cerca, y un nudo inverosimil hecho con un movimiento más increible aún que la deja patas arriba. La vaca que se ahoga. La vaca que se controla y la vaca que viaja con el cuerpo bajo el agua y con sus muelas pegadas al borde de una embarcación que lucha contra la corriente y que se dirige hacia el pueblo arrozero y cinematográfico de la otra orilla.

viernes, 20 de junio de 2008

Un saludo inusual

Carrera séptima. Calle 27. Bogotá. Acera oriental. Mañana.


Uno venía contando sus pasos, con camisa a rayas, unas grises otras negras, distraido, de norte a sur, mudo. El otro, de sur a norte, venía con los ojos bien abiertos, roja, la bufanda al cuello, con unos pasos cortos cargados de pensamientos, mudo también. Así parecía.

Y entonces, a punto de chocarse, dos destinos encontrados que ya antes se habían encontrado en el largo trascurrir de la vida. La vida de un hombre barbado y arrugado; la vida de otro flaco y temeroso .

El de los ojos abiertos se esfuerza por distanciar aún más las pestañas de abajo de sus párpados blancos. El otro, mudo, sigue con su cabeza de aveztruz, acaso se encuentre un billete y de paso con la fortuna de poder jugarlo en el casino.

Y así, con los ojos abiertos, el hombre con destino norte agita el aire, toca el hombro de su amigo. De avestruz a jirafa, con la cabeza en alto y ahora sí copia el gesto impávido de aquel. ¿Cuantas cosas habrán pasado entre los dos amigos para llegar a este momento de reencuentro? Al parecer muchas porque los dos rostros se iluminan.

Viene un abrazo y se espera el grito de efusividad, pero continuan mudos. El uno alza su brazo, mueve sus manos, mueve sus dedos. El otro le entiende, mueve sus manos, responde con sus dedos. Después de una comunicación corta y feliz, sin decir palabra, los dos amigos siguen su camino, quizás con asias de volver a encontrarse o con una cita concertada que solo ellos logran decodificar, de norte a sur, de sur a norte, mudos.

viernes, 23 de mayo de 2008

Receta para ir a la cama pensando en vos

Ingredientes

Dos cucharadas de amor dietético
Un día de laburo psicotrópico
Un jazz amarillo
Un blues tornasol
Tres pestañas carmesí
Dos tragos largos de tu ausencia
Diez gotas de efímeros blancos

martes, 29 de abril de 2008

El perro obrero

Tenía la lengua aufera, su pelo negro apenas se movía y la mirada fija al otro lado de la calle. Yo venía del oriente. Crucé la calle. Me interpuse un instante y él apenas agitó su hocico para no perder su objetivo. Un collar rojo y delgado le apretaba el cuello, un cordel delgado lo aprisionaba, hasta que llegara un carro y tuviera que olfatear, no vaya a ser que nos vuelen el edificio con una bomba. Los niños siguieron patiando el balón alegremente mientras el perro, triste y atento, lo seguía con la mirada

martes, 1 de abril de 2008

Las guerras de Charlie Wilson

Un solitario de lentes cuadrados, una pareja de ancianos, dos hombres -aparentemente pareja-, cientos de sillas vacías, un joven barbado y, también, solo.

No había nada más en la sala. Gigantesca. Había llegado al centro comercial, torpemente, tarde. "Uno para la del poder". No había nadie en la entrada de la sala. La puerta estaba cerrada. Habría que ver cuantas veces puede uno colarse a la sala sin que te pidan un tiquete idiota. "El cine debería ser gratis, como el aire", pienso ahora que conservo intacto mi papelito. ¿Habrá alguien a quien regalarselo?

Creo que no.

En Medellín, esa es mi experiencia, cualquier película que no tenga la clave mágica del cine -"al menos una tetica"- fracasa. No sé cómo igual llegan las latas, cómo es que llegan las cintas y se abren las salas para un solitario de lentes cuadrados, una pareja de ancianos, dos hombres -aparentemente pareja-, así haya cientos de sillas vacías alrededor y un joven barbado y solo.

Además: tetica sí había aunque no aparecieran en primer plano en el cartel de promoción. Incluso la insinuación permanente del par que lleva alto, muy alto porque no tiene muchas y se las aprieta, alto, Julia Roberts, mujer de labios alargados, de nariz peligrosa, de ojos que se rasgan y opacan un quien sabe qué, una insinuación con el iris a plenitud, y que en Charlie's Wilson War, la cinta que llega a Colombia con el nombre de Juegos de poder, posa de "mujer de sociedad", lasciva, poderosa, inteligente y sensual.

La vaina es simple pero compleja: un congresista mediocre -Tom hanks- y corrupto, amoral de los Estados Unidos, joya deslucida de la plutocracia gringa -que viene siendo la misma en cualquier parte del mundo-, esclavo sexual y político del personaje interpretado Roberts, es uno de los integrantes del consejo del capitolio que destina recursos clandestinos para financiar las guerras anticomunistas de mediados de los ochenta y finales de la guerra fría.

Entre copas y mujeres, Charlie, que así se llama el congresista, le llega la invitación de ir hasta un país rocoso, de hombres barbados y que a ojos de los gringos -es la hipótesis de la peli- son unos simples pastores -nada de talibanes- que buscan la liberación de las fieras soviéticas, sanguinarias, malvadas persé. Charlie consigue incrementar potencialmente los recursos clandestinos destinados para patrocinar la resistencia armada afghana y, al final, consigue la derrota de los sovièticos.

Lastima el tufillo pro-yanqui, la consagración heroíca de un congresista tan sucio al principio de la cinta cuando participa de orgías sniferas en Las Vegas como cuando termina -que para el caso es cuando comienza la peli- consgrado por el favor de haber derrotado la milicia imperial Rusa. Lastima todo ello y lastima, sobre todo, que no se haya puesto en escena la consecuencia más simple de aquella guerra afganha. Al final, despuès del redoble y la sinfonía èpica, a la peli le falta una muy corta secuencia final que complete la ironía, la triste ironía que tiene en paranoia al mundo entero, en que terminó el experimento gringo. Dos segundos de video le faltaron. Dos segundos en los que se ve cómo un avión, seguido de otro más, se interna en uno de los pisos altos del que hasta el 2001 fuera uno de los cuarteles de control del mundo.

Lastima el desenlace, porque el desarrollo de la cinta es uno de los más brillantes debido al juego moral que se despliega, debido al juego político internacional que trata y por la desnudez en la que deja a Estados Unidos en sus formas de gobiernar al mundo. Supuestamente tras una causa humanitaria, Charlie consigue la imposible tarea de llevarles juguetes bélicos e israelíes a los afghanos. Este juego piadoso da al traste con la posición de un congresista clientelista, mentiroso e investigado por consumo de coca por un fiscal, un tal Rudolph Giulianni.

Charlie es un personaje que no cambia sus anti-principios. Al que no se le siente su cambio. Su piel de oveja es invisible. Es lobo y muere lobo. Pero esa 'maldad' cínica, mezclada con el erotismo de su compañera de urnas y de cama, de Roberts, produce un desarrollo rápido, interesante, en el que brillan los diálogos inteligentes, la química natural de las personalidades y la entrada en escena de uno de los caracteres mejor construidos e interpretados: el de un agente de la CIA con aire de jugador empedernido de poker.

Aunque por este papel fue nominado a los Oscar como mejor actor de reparto, el siempre brillante Seymor Phillip Hofmann, increiblemente, es opacado por la fuerza misma del personaje. No es la interpretación, sino el tono lúgubre y agresivo, como de western, de un agente fracasado e inteligente, más cínico que el mismo Charlie y tan responsable como neurótico.

La lectura externa de la peli: por fin los gringos están dandose los golpes de pecho que por la cantidad de escombros y muertos no se pudieron dar a principios de la decada. Las guerras de Charlie Wilson -como se debió haber traducido- es una punzada en el corazón de una sociedad belicista, que cada vez que necesita sangre extranjera para sostener sus tonterías púdicas, sus miedos más dogmáticos, no ve inconveniente en enviar aviones, dinero, armas, agentes encubiertos, con tal de que la sangre no sea yanqui.

Esta no es una historia de ficción, dice la película. De congresistas que meten la mano en las vidas y las venas de las sociedades, los colombianos sabemos suficiente.

domingo, 24 de febrero de 2008

AHORA SI. VINCULO CORREGIDO DE Entrevista con Javier Bardem

Cuatro días antes de recibir el premio Oscar a mejor actor de reparto por su papel en la película de los hermanos Coen 'No country for old men', Javier Bardem respondió esta entrevista desde España para Morcheros.

http://www.elespectador.com/impreso/arteygente/cine/articuloimpreso-entre-los-oscar-y-colombia

domingo, 10 de febrero de 2008

Cortázar-Joyce-Cortázar

"El mundo se maneja con un cilindro de caucho que cabe en la mano; girando apenas a la derecha, todos los árboles son un solo árbol tendido a la vera del camino; entonces se hace girar una nada a la izaquierda, el gigante verde se deshace en cientos de álamos que corren hacia atrás, las torres de alta tensión avanzan pausadamente, una a una, la marca es una cadencia feliz en la que ya pueden entrar palabras, jirones de imágenes que no son las de la ruta, el cilindro de caucho gira a la derecha, el sonido sube y sube, una cuerda de sonido se tiende insoportablemente, pero ya no se piensa más, todo es máquina, cuerpo pegado a la máquina y viento en la cara como un olvido..."
Las armas secretas

"Se apresuró a pasar la barrera, diciéndole a ella que lo siguiera. Le gritaron que avanzara, pero él seguía llamándola. Se efrentó a él con cara lívida, pasiva, como un animal indefenso. Sus ojos no tuvieron par él un vestigio de amor o de adiós o de reconocimiento".
Dublineses

Pero de tonto solo tengo la suerte, y sé que si me voy, esta Remington se quedará petrificada sobre la mesa con ese aire de doblemente quietas que tienen las cosas movibles cuando no se mueven"
Las babas del diablo

jueves, 7 de febrero de 2008

Como una voluta de humo

Ahì va, sin saber donde terminarà. Da vueltas, se la lleva el viento...La veo alejarse de mì. La miro, camino hacia la nada, a centìmetros del fin. Estuviste en mì, acariciaste mi interior, y ahora, adios.

martes, 5 de febrero de 2008

Cinco preguntas a un brujo/bruja

Esta historia hace parte del especial "Crònicas embrujadas" de El Espectador, publicado en octubre, cerca de la noche de las brujas y en el fin de semana de las elecciones a alcaldìas en toda Colombia. Jamàs pasaron sus palabras por una rotativa, asì que se mantiene inèdita en la web. Algunas de las predicciones se cumplieron. No precisamente las mejores. Otras màs, por fortuna, no se han cumplido y espero que jamàs lo hagan. De las cinco preguntas: 1. No fue idìlico (creo). 2. No obube fortuna. 3. No me encomende a nadie ni a nada....(de pronto a mì). 4 y 5: Buena esa Gabri....

http://www.elespectador.com/elespectador/Secciones/Detalles.aspx?idNoticia=17122

martes, 29 de enero de 2008

Hoy me robè tu alegrìa

Es la primera vez que de verdad me siento feliz por alguien.

Sè que hay momentos felices en la vida de los otros en los que uno quisiera ser feliz, como ellos, como los otros. Pero no es lo mismo. Vos sentìs, yo siento. Vos sentìs esto, yo siento diferente. ¿Què le vamos a hacer? Hay cosas que no se comparten. Pero hoy me robè tu alegrìa. Todo como un reflejo. Vi tu felicidad y no tuve ese sentimiento inconfesable pero casi siempre presente en momentos en que los otros son felices. Pequeñas dosis de veneno, envidia. Yo con mis cosas y vos con ganas de decir, de contar que hoy una enfermera te pincho el brazo y que luego te dijo "felicitaciones." Quizàs la hice mia porque eras pura alegrìa cuando dijiste "voy a ser mamà".

domingo, 27 de enero de 2008

Don Tomàs, 150 años despuès de su nacimiento

Este es el año de Tomàs Carrasquilla. Hace 150 años nació, “sin que hubiera anunciado el grande acontecimiento ningún signo misterioso ni en el cielo ni en la tierra”, segùn escribiò èl mismo.


http://www.elespectador.com/elespectador/Secciones/Detalles.aspx?idNoticia=20259&idSeccion=42

Los hombres pequeños tambièn bailan cha cha cha

Detràs del microfono estaba Lina, Lina de Cuba. Tenìa los cachetes grandes, monumentales, y su voz llenaba màs que las parejas el bar. Era una versiòn reducida de la gorda Fabiola. Junto a ella tocaba un hombre pequeño, barbado, que rayaba los sesenta años. Tenìa una gorra negra de baseball: tambièn era cubano.

Era el cumpleaños de Lina, Lina de Cuba, y entonces le dijo al bar que no le avergonzaba su edad. Hace 53 años, el 26 de enero de 1955, habìa nacido Lina, en Cuba, Lina de Cuba. Para entonces, en la isla, lejos de los dìas de la revoluciòn, de los dìas de los barbudos y de los intentos de asesinato de la CIA, Lina era simplemente Lina. Pero en Bogotà, 53 años despuès del dìa en que naciò, en este bar de sones, ella era Lina, Lina de Cuba. Afuera, un aguacero tan capitalino mojaba todo, lo constatè horas màs tarde cuando lleguè a mi casa emparamado. Adentro, ardìa el caribe.

Como dije, cantaba junto a un hombre barbado, con cara de cubano blanco: barbado y diminuto. Los negros y los mulatos cubanos, me parece, han convivido con Fidel por màs tiempo -acaso sea por cariño o por aguante- porque desde Al Pacino y su cara cortada, pasando por la colonia de mèdicos de la isla que un dìa llegaron a ser mis vecinos y amigos, hasta el cubano de gorra beisbolera que ahora toca junto a Lina, Lina de Cuba, incluso la misma Lina, Lina de Cuba, son todos ellos los màs blancos, una estirpe latinoamericana que no contraria sus ancestros andaluces, sus ancestros vascos.

La verdad no sè de què parte de esa patria dividida es que nos parezcamos los paisas, los colombianos, mucho menos los cubanos, pero no hace mucho me sedujo escuchar a un español comparar cada rostro, cada pliegue del rostro de nosotros los colombianos, con los pliegues de la geografìa española. Para èl aquellos son moros, aquellos màs de Galicia, estos màs del mediterràneo; todo un mapa racial, claro, inconfundible. De mì dijo que era de cualquier parte, eso sì, de España en todo caso.

Pues bien, Lina, Lina de Cuba, y su banda era de lo màs blanco, como los cubanos que he podido ver. Y este hombre pequeño que no promete nada, que en su vejez disimulada lucìa chistoso con sus barbas mal afeitadas, deja su instrumento y se va a festejar con Lina, Lina de Cuba, en una mesa que parece sacada de una pelìcula de gangters. ¿Serà por el sombrero de medio lado, cinta negra, que luce el percusionista, ojos verdes, cubano? ¿Serà por esa mujer que por su alegrìa parece impresindible para el clichè de la gente del bajo mundo? Ahì estaba Lina, Lina de Cuba, y su banda de hombres blancos: los pseudo gangsters de la mùsica.

Cuento esta historia porque la recuerdo bien. Porque el ron iba y venìa -ron, azucar, Cuba-, espera mi moto y un viaje a casa, ya vendrà el ron otro dìa. Empieza la competencia. Paso-vuelta-guiño-otra vuelta-acelera-bugaloo y son. En la pista de baile hay espacios conquistados. La lucha deja sus heridos. Yo, caigo abatido. Mucha tela por cortar para este bogaloo. No lo vi, pero me imagino al hombre pequeño dejar la mesa, la mesa de Lina, Lina de Cuba. Se acicala las barbas, la ve venir y le extiende la mano.

No tiene que preguntarle "¿bailas?". Èl, el bar entero y medio coro celestial saben que sì baila, que cuando mueve el cuerpo y su vestido aletea, el soplido llega hasta el alma de los heridos en un toque que se confundo entre la sensualidad y la envidia, porque queremos ser quienes la llevemos en ese aparente viaje del que ella solo muestra su sonrisa. La salsa no es el cuerpo. Se baila con una sonrisa. Me di cuenta esa noche. Y yo tan seriote. No se habla, no se mueve el cuerpo, se sonrìe. Un negro flaco de dreads tampoco baila, mujer a la izquierda, mujer a la derecha, y èl no las toca, apenas salta, y vuelve a saltar. Sonriente.

La pregunta es si èl baila. Tan chiquito, tan viejito, con sus barbas desflechadas. ¿La harà sonreir? Ella tenìa un vestido de vetas azules. Èl, ya lo dije, una gorra de beisbol. A ella le caìa desde abajo de los senos, era largo, hasta la media pierna, tambièn era ligero, pero liso, sin pliegues, era ancho, mucho. Cuando gira, sonriendo, con su cara de mujer maldita, deja ver màs de sus muslos, por suerte, demasiado.

Hombre, es Cuba quien baila, pero èl apenas se mueve. Pasos cortos, movimientos lentos. De su mano va ella, dècadas menor que èl. Y va sonriendo. Nadie màs se atreve a retar ese territorio conquistado. Èl es mùsico. Su compañìa siempre ha sido el tiempo. Esperar, apenas una fracciòn de segundo y ya se esta en el siguiente paso Conduce un paseo que tiene la elegancia que da el saber del tiempo y ser su amigo. Hay un corrillo, de heridos, como yo, que solamente los mira, los cerca y les aplaude.

Ella va sonriendo, como las que bailan musicas tradicionales de Colombia, con esa sonrisa para el pùblico, para adornar sus danzas. ¿Las han visto alguna vez con el rostro herido? Nunca! Asì que ella bailaba salsa, con el toque de los cumbiamberos que sonrien al pùblico, con su vestido azul y su parejo barbado.

Su sonrisa, estoy seguro, empieza en mis ojos, en los de ellos, en los de todo el bar que le siguen el cuerpo, su cuello que espera, de lado, el momento preciso para acabar de torcerse en un movimiento ràpido, que tuerce tambièn el corazòn de quienes completan el cuadro con su vestido azul y sus muslos desnudos.

Mientras, Lina, Lina de Cuba, sigue celebrando su cumpleaños. Afuera, Bogotà, su lluvia y el frìo..Adentro, salsa y caribe.

Escenas de Gay Talese

Entrevista a Gay Talese durante el F 11 de El Malpensante.

http://www.elespectador.com/elespectador/Secciones/Detalles.aspx?idNoticia=15817

Siempre hay un adios

Ayer me fui a la cama temprano. En la madrugada, cansado de tanto dormir, abrìa los ojos solo para confirmar que el sol no habìa salido todavìa. Fue una noche larga, pero feliz. Al fin, al despertar,di una vuelta por el armario de mis primeros pensamientos. La cama estaba vacìa. Solo estaba yo y la certeza de que hace dìas ya no me cobijo con tu recuerdo.

sábado, 26 de enero de 2008

Esta es la banda sonora de mi vida

Chequen mi Slide Show

Brujerías de una actriz del Atrato

Esta es la historia de una mujer que fue desplazada por la masacre de Bojayá y cinco años después interpreta a una bruja en la película Perro come perro, Seleccionada para participar en el festival de cine de Sundance.

http://www.elespectador.com/elespectador/Secciones/Detalles.aspx?idNoticia=20610&idSeccion=76